He preferido esperar 10 días
para hablar de las sensaciones producidas tras completar mi primer maratón. Así la visión general goza de una objetividad mas global.
Mi idea
era "pseudoambiciosa", ya que para ser el primer maratón quería asegurarme
acabarla dignamente y planifiqué un ritmo de 5´40” para acabar en 4 horas. Pero
pasaron los 3-4 primeros kilómetros y me sentía muy cómodo yendo a 5´20”-5´25”. Consideré que sería un un error ir más lento de mi ritmo confort, por lo que me impuse ese ritmo que era un poco más rapido.
Llegaron los primeros avituallamientos, muy pronto, y haciendo caso a un
familiar experto en estas lides, bebí en todos, aunque fuera un sorbo y no
tuviera ganas. El paso de los kilómetros le dio la razón. Pasamos el Camp Nou
en el Km 6, y a pesar de ser un acérrimo madridista, he de reconocer que
su imponencia es increible. Nos dirigimos a la Av. Diagonal, hemos pasado los
10 primeros Km en 54´, un poco por debajo del ritmo previsto. La cosa marcha bien.
En mi ipod suena una canción de los Sunday Drivers.
Pasan
los kilómetros y nos adentramos en el Paseo de Gracia, donde tomo el primero de
mis varios Getorades y recorro los kilómetros más bonitos en los que a belleza del
paisaje se refiere. Las hermosas vistas de la Casa Vicens, Pedrera y Casa
Batlló, todas de Gaudí, unido a los bonitos edificios de las tiendas de lujo, me llevan en volandas hasta el Rossello donde ya
estamos en el Km 15. Son las 10 a.m y el calor empieza a manifestarse.
Más adelante pasamos por la Sagrada Familia, en un terreno claramente
descendente que te da tregua durante un par de minutos y giramos dirección
Meridiana dejando la torre Agbar a nuestras espaldas. La mires desde donde la mires, y aun rodeada de grúas y andamios, La Sagrada Familia es alucinante.
Es
precisamente en Meridiana, donde completamos el ecuador de la prueba en 1´54”,
o lo que es lo mismo ya llevamos 21Km a nuestras espaldas y hemos mantenido un
ritmo más o menos constante. Va bien la cosa. Pensando en positivo ahora solo queda restar
kilómetros. Aquí ingiero mucho agua, getorade, el primer gel de glucosa y un
plátano. Hasta ese momento, la distancia más larga que había completado en competición era esa, 21km; pues ahora quedaba completarla de nuevo. El cansancio
empieza a hacerse notar pero sin demasiada insistencia. Pasados los primeros 21
Km hago skipping y estiramientos sin perder el ritmo para desentumecer los músculos. Esto de ahi al final lo hice cada 4 ó 5 Km. Suena el discurso de Aragorn a los
hombres en la batalla definitiva de “El Señor de los Anillos: El retorno
del Rey”. Es freak, lo reconozco, pero no sabéis como motiva.
Seguimos
corriendo, pasamos la pancarta de 25 Km, momento en el que empiezo a beber
Getorade en todos los avituallamientos, ya que empecé a sentir pequeños
calambres en los gemelos. Con los electrolitos de la bebida Isotónica
mitigamos en parte las molestias. Estamos en la Rampla Prim, giramos por Av.
Diagonal dirección torre Agbar. Seguimos restando kilómetros. Llevamos 3/5
partes de la prueba. Suena Sherry Darling, de Bruce Springsteen.
Unos
metros antes del Km 28, me tomé el segundo gel de glucosa con unos frutos secos
que no me sentaron demasiado bien al estómago. Todo junto a un buen
vasito de getorade. Acercándonos al Km 30, el cual cruzamos en 2´42”, empieza
el momento que todo maratoniano tiene en mente: “El muro”. La
inteligencia de tu cuerpo es sorprendente. En mis entrenamientos, el día que
más corrí fueron 30 kilómetros, ya que dicen que es la distancia tope a la cual
tu cuerpo asimila el kilometraje. En ese momento mi cuerpo debió pensar..eh!!
que de aquí no hemos pasado nunca. Me acuerdo de la frase que me soltó un día
mi buen amigo Ramón: “A partir del Km 30, te das cuenta que en el maratón pocas
hostias”. El muro, es el momento en el que tus hidratos de carbono
empiezan a agotarse y tu cuerpo empieza a tirar de grasa, que si se agota, te
aboca a la pájara, con la más que probable obligación de abandonar. Además la fatiga muscular es evidente. Es esencial contar
con reservas de glucosa e hidratos. Coincidió además con la entrada por el
paseo marítimo poco antes del mediodía, por lo que la inmensa humedad y el
calor jugaron su papel. Por suerte, mi muro fue muy, muy breve, de apenas 1Km más o
menos. Se dio un nuevo avituallamiento, en el cual cogí dos botellas de agua e
ingerí mi tercer y último gel. En ese momento pelín complicado me tocaba la frente y no sudaba, lo que me
indicaba que tenía que ingerir agua si o si. Tras hidratarme y comerme el gel
empecé a sentirme nuevamente bien. Vi el Punto Kilométrico 31 y mi frente
nuevamente estaba húmeda. Lo peor había pasado. Pensé, queda poco más de un
10.000 que tantísimas veces has corrido. Sonaba una de las 5 ó 6
canciones de Lindsay Stirling que tenía en el ipod, pero no la recuerdo.
Pasaban
los kilómetros, acompañado del marco incomparable que es el mar y muchísima
gente animando. La verdad es que la gente en Barcelona, no cesó de animar durante todo lo que duró la prueba, algo que es de agradecer. El pequeño muro pasado estaba ya lejos y me tomé media naranja acompañado
como no de Getorade y agua. Sonaban canciones que la gente me había sugerido y
las cuales me había metido en el ipod “a ciegas”. Sin darme cuenta estaba
pasando por delante de las torres Mapfre y completando 35 Km ya. De hecho había
recorrido el parcial de 5 Km más rápido hasta el momento. Sonaba “All of me” de
John Ledgend.
7km,
6km, 5km,…Recuerdo la ubicación exacta de cada Punto Kilométrico, ya que la
intensidad con la que uno vive esos últimos kilómetros es muy grande y te fijas
en todos los detalles. Empezó a haber avituallamientos muy seguidos, casi cada
kilómetro, y poco y en todos ellos siguiendo con la tónica de toda la carrera,
reposté. En algunos ellos únicamente me enjuagué la boca. Pasan los kilómetros
y cada vez hay más gente andando, los fisioterapeutas tienen trabajo
tratando a algunos corredores, miembros del Samur atendiendo,… te estás
acercando a meta.
Nada
más cruzar el Km 39, entras en la avenida del Arco del Triunfo, el cual marca
el Km 42. Por cierto, nunca había sentido que un nombre estuviera tan en
sintonía con el momento. Esos último kilómetros me veía “bien”, por lo que
decidía apretar el ritmo; pensé, si rompes estás a poco más de 2 kilómetros y
podrías hacerlos andando, asique no tenía nada que perder. Por primera vez en
toda la carrera, estaba corriendo por debajo de 5 minutos, de hecho en algunas
fases mi Garmin me marcaba 4:40. Pasé de los avituallamientos del Km 40 y 41 y
completé los últimos 3 kilómetros por debajo de los 5 minutos.
Nuevamente
Bruce Springsteen sonó, pero esta vez no era Sherry Darling, sino My Lucky
Day, (un día de suerte), ni adrede podría sonar un título más recurrente.
Estaba pasando por debajo del Arco del Triunfo, me separaban 195 metros de
cruzar la meta. Mi cabeza iba a un ritmo vertiginoso, no podía pensar en
nada. En ese momento daba igual que el ganador de la prueba hubiera cruzado la
línea de meta hace hora y media, yo estaba completando esos 42.195 metros y
levanté los brazos al cruzarla. Después de 3 geles de glucosa, litro y pico de getorade, un platano, ranaja y media, varios puñados de frutos secos y 6 ó 7 litros de agua, había corrido mi primer maratón.
A lo
largo de los 42 kilómetros, a uno de la da tiempo a pensar en un sinfín de
cosas, y la perspectiva de muchas de ellas es cambiante dependiendo del punto
kilométrico en el que te encuentres. En los primeros kilómetros te embriaga el
ambientazo y la exaltación, el pensar que estás en un momento que nunca antes
has vivido. El sentimentalismo es directamente proporcional al recorrido que
lleves a tus espaldas.
Te
vienen momentos de exaltación de la familia y de lo mucho que les quieres. Que
ojo, no es que haga falta correr un maratón para darte cuenta de ello,
pero te muestran muy claras tus prioridades y según avanzan los
kilómetros el sentimiento aumenta.
Las
cosas de tus amigos que muchas veces te sacan de quicio, las piensas y te
resultan menos desquiciantes. Y ese sentimiento no es fruto de la momentánea
vulnerabilidad física y mental en la que te encuentras, sino que habiendo
pasado los días, se mantiene en mi.
Mi motivación fueron mis hermanos, padres, amigos y familiares que apoyaron mi inscripción en la carrera y no dudaron ni un instante que lo conseguiriamos. También fueron los niños de Born to Learn, la ong para la cual gracias a la solidaridad de las personas, logramos recaudar 1185 para que continúen con su labor de escolarización en Tanzania.
En
términos abstractos, el maratón es como si usases una batea de las que usaban
en el siglo XIX en para encontrar oro; La batea deja pasar la grava y se queda
con el oro. Corre, y deja pasar lo malo quedándote con lo bueno.
No sé si desde que corrí el maratón soy mejor persona, pero si sé que quiero ser mejor persona. Yo he hecho esta locura para sacar los mejor de mi. Y estoy casi seguro de que repetiré. Y tu?