Que el atletismo se convierta en
una filosofía de vida parece una afirmación muy arriesgada, pero si lo analizas
detenidamente, no andas muy desencaminado. Vayamos por partes.
Uno necesita ir quemando etapas,
y no sé si es un paso natural dar el salto al maratón, pero después de correr
muchos diezmiles, bastantes medias maratones y carreras de distancias no
olímpicas, el cuerpo te pide, antes o después, enfrentarte a los 42 Km.
Debutas en un diez mil en 2010,
en una medio maratón en 2012 y acabando
2014, te has corrido dos maratones en un año. La explicación es fácil,
el proceso algo más complicado.
Cuando completé el maratón de
Barcelona el 16 de marzo de 2014, me invadió una emoción muy pocas veces
vivida. Atrás quedaban los meses de dura preparación, cuidándote con la
alimentación o el alcohol. Si llovía daba igual, no te quedaba más remedio que
salir. Si hacía frio también daba igual, el planning decía que tenías que
correr 70 km esa semana y estabas ya a viernes y “solo” llevabas 35. Ese
maratón me convirtió en un tipo metódico respecto al planning y estableció un
orden en la caótica vida de Javier. Me di cuenta que si había sido capaz
de mantener esa ardua constancia en
esto, podría plantearme cualquier cosa, al igual que tú; aprender un
idioma, tocar un instrumento o sacarte una carrera son grandes ejemplos.
Cierto es que la primera vez en
todo es especial, eso es innegable, pero con mi segundo maratón las emociones
se han mantenido intactas, he descubierto otras sensaciones, algo que espero
que siga ocurriendo con el tercero, cuarto,.. Si en algún momento dejo de
sentir esa emoción guardaré las zapatillas.
La preparación del maratón de San
José de Costa Rica, no creo que haya sido de lo más típica, pues la la he realizado en Guatemala y viniendo yo de España estamos hablando de 3
climas, entornos y gastronomía muy diferenciados;
En Sacatepequez, de Guatemala, he
estado entrenando a alturas desde los 1.500 metros hasta los 2.000 m,
alimentándome con una base de arroz, pollo, frijoles y verduras, a horas
intempestivas que soláin ser entorno a las 6am y lo peor, en un firme de
piedras con cantos como pelotas de béisbol.
Me presenté en San José con la
ambición de bajar de 3 horas 30 minutos, ya que Barcelona fueron 3h 46 y
me veia capaz de meterle un buen mordisco a la marca.
Era consciente de que era un poco
complicado, pues estamos hablando que en Costa Rica la humedad media es del
80%, te encuentras a 1250m de altura y las temperaturas son entorno a los 30
ºC, pero decir que únicamente el objetivo era acabarla me habría convertido en
un tipo cínico.
El maratón empezaba a las 13h,
una hora extraña, pero según comunicó la organización, fue para correr cuando
el clima es menos adverso. Habrá que confiar.
Mi amiga Anna, fiel compañera de
fatigas, se acreditó como periodista, lo que nos permitió acceder a prensa. Los
momentos previos estaba empapándome de todo el ambiente. Me puse a calentar,
trote cochinero, aquarios, varias visitas al baño (los nervios son
traicioneros), abrazo con la socia y venga, a la salida.
La carrera tenía 4 modalidades;
4Km, 8Km, 21Km y 42Km. Salimos todos a la vez. El maratón lo disputábamos a
penas 500 personas, una cantidad irrisoria comparándola con las de España;
Barcelona 20.000, Madrid 15.000,...
Para completarla en 3 30h, tenía
que sacar 5 minutos clavados por Km, por lo que tratándose de un circuito de
14km, que se repetía 3 veces, me propuse segmentarlo en 1h 15min, a 5:20/km; 1h
10 min a 5/km y 1h 5 min a 4:40/km
Comencé respetando mi metódica
planificación, pero rápidamente me di cuenta que podía ir un poco más rápido
asi que al final del primer tercio, lo habría completado en 1h 10min.
Había muchos avituallamientos,
cada muy poquito tiempo, pero eran todos de agua, pasaban los kilómetros y no
veía ningúna bebida isotónica ni comida. Quizás me había mal acostumbrado
Barcelona, cuya organización y avituallamientos fueron geniales, pues me daban
nueces, fruta, geles y bebida isotónica cada menos de 3km. Por más más modesta que
sea esta carrera, estamos hablando de un maratón, y habría que pedirle más a la organización. Tuve que esperar hasta el
Kilómetro 9 para que me dieran 15cl de powerade y un plátano. Lo que yo no
sabía, es que tendría que volver a esperar hasta el kilómetro 23, para que se
repitiera el avituallamiento. En mi ipod sonaba música de todo tipo, desde “Mi
gran noche” de Rafael, hasta “Love Natural” de Crystal Fighters, pasando por Dj
Nano o Sabina. Casi sin darme cuenta llevaba 14 km y mi garmin
marcaba 1h 10.
El recorrido era un poco tobogán,
con lo que machacaba las piernas en las subidas y daba tregua en las bajadas.
Comenzado el segundo segmento me crucé con Geroge Towett, esbelto keniano y
máximo favorito que a la postre sería el vencedor. A mi me quedaban 20 kilómetros y a él poco más de 12 ó 13. Es una barbaridad lo de los profesionales. Completé los segundos 14 km en 1:08h. Con correr el último
segmento en 1:12h, bajaría de las 3h 30. Ahora comenzaba el verdadero maratón,
los últimos 14km.
No he narrado que 3 semanas antes
me fisuré el dedo del medio del pie en unas cuevas. No me había dado guerra en
toda la carrera pero ahora quería tener protagonismo y empezó a molestarme. Me tomé
un ibuprofeno pasado el Km 30. Me dolía el dedo y estaba en el momento más
crítico de un maratón, en el cual se me estaban yendo las fuerzas. Los
siguientes 3 kilómetros fueron un drama y mis parciales se dispararon a los
6:30/ Km. Estaba en el primer tobogán, no tenía comida y encima cayeron unas
gotas de lluvia. Apreté los dientes, ya que sabía que pasado el último
avituallamiento del Km 33, el recorrido era más favorable y solo era cuestión
de tiempo superarlo. Ya no pensaba en las 3h 30, solo quería sufrir lo menos
posible.
Antes de continuar contando, no quiero olvidarme de Atsushi Sugyshama (me
enteré de su nombre después), un japonés con cara de niño, que me dio cazá en el km 23 ó 24. Cuando me alcanzó, vi que tenía un ritmo asumible y decidí
seguirle, que era unos segundos más rápido. Sin hablar, nos dimos cuanta que
podríamos hacer equipo y tener beneficio el uno del otro, por lo que de ahí al
final de carrera, nos fuimos dando relevos cada 600 y 800 metros.. El lenguaje
universal no son sólo las matemáticas o el amor.
No sé si esto es como la
menstruación de las amigas que se sincronizan, pero después de llevar 6 km corriendo juntos, nuestro batacazo se dio a
la vez y los dos sufrimos el muro en el mismo punto, por lo que fuimos tirando
el uno del otro. Sin él, no habría dejado de completar el maratón; lo que no
sé es si en el tiempo que lo hice y sin duda mi sufrimiento hubiera sido mayor.
Pasados esos fatídicos momentos, con la ingesta de un plátano, el viento a
favor, tobogán cuesta abajo y el ibuprofeno haciendo su trabajo, nos encontrabamos
genial y volvimos a imprimir ritmo dándonos relevos a 4:45 el kilómetro.
7, 6,
5, 4... y último repecho. Mi Garmin marca 3horas 10 min clavadas y estoy a 4
kilómetros. Si saco 5 por kilómetro habré conseguido bajar de las 3 horas y
media. Pero un nuevo pequeño bajón esta vez por la falta de geles y bebidas
isotónicas me volvió a castigar en el repecho y me fui a los 5:10 en los dos
siguientes kilómetros, mi amigo japonés me dejó atrás y aunque mis dos últimos
kilómetros fueron por debajo de 5, al final hice 3horas, 30 minutos y 19
segundos. No bajé por un suspiro de las 3horas y media, pero fue un auténtico
éxito para mi.
Lo que no he contado, es que mi
amiga Anna, catalana independentista de postín, y a la vez gran persona y
amiga, cogió mi bandera de España, la dejó a la entrada del estadio e hice el
recorrido del óvalo con la bandera ondeando en mis brazos. Sonaba en mi cabeza,
que no en mi ipod que se había quedado sin batería, la BSO de Carros de Fuego.
Fueron sin duda unos de los mejores 400 metros corriendo de mi vida y cuando el
Speaker de la prueba dijo: “Ahí viene el español”, entrando en meta y
fundiéndome en un abrazo con Anna, la emoción no pude contenerla.
No solo eso, sino que habiamos
recaudado 1.300 euros para abastecer de comida a “Los Patojos”, organización
guatemalteca basada en dar sustento alimentario, de educación, sanidad y
fundamentos cívicos a 150 chavales de Jocotenango, Guatemala, lugar en el que
viví dos meses realizando un voluntariado. Os doy de corazón las gracias los
que habéis colaborado de cualquier manera, sea económicamente o en la difusión
Mi aventura americana estaba
llegando a su fin. Como decía antes, no he perdido
la necesidad de correr un próximo maratón, cuyo destino será uno de estos tres: Bratislava,
Viena o Paris esta primavera. Pero eso ya es otra historia.
No penséis, corred!!