En el deporte en general y el
atletismo en particular, con el tiempo se exige una reflexión continua y
que nos haga saber el punto en el que estamos y en el que queremos estar.
Cuando las cosas van demasiado despacio conviene decirle al viento que se convierta
en tornado. De no hacerlo podemos caer en la indiferencia y pasividad. En algo
en movimiento nunca saldrá escarcha. Pero en el momento en que el transcurso de las
cosas es demasiado acelerado, resulta imprescindible hacerse amigo del sosiego
y el temple. Comprender bien si quieres cazar un ciervo en una noche entera en
vela o 100 conejos en una mañana. Si quieres llegar a la tarde con ambos
botines se corre el peligro de sufrir el lastre inservible de llegar con las
manos vacías.
Tenemos que buscar cotas
reales y en las que pongamos todo lo que tenemos dentro pero sin quedarnos sin rueda de repuesto. Saber si estamos para correr un maratón o un 5K, saber
si queremos completar una carrera independientemente del tiempo o si queremos
hacerla en un buen tiempo. El maratón es el ciervo y el 5k los 100
conejos.
El imponerse un objetivo a un
plazo concreto, tiene que determinarse por el tiempo y la dedicación. Lo que no
debemos olvidar es que el tiempo es el que es, no podemos combatirlo.
El atletismo es como hacer una
tortilla de patata; su simpleza agiganta la dificultad de hacerlo bien, por lo
que hay que ser muy minucioso en los objetivos que nos impongamos.
Conocí a un tipo en la feria del
corredor de la maratón de Madrid ( yo iba a correr la media) mientras cogíamos
el dorsal, que me contó que en la anterior maratón, había roto en el km 30 por
el sobreentrenamiento al que se sometió. Había corrido su primer maratón hacía
6 meses en 3,45h y su objetivo era acercarse a las 3:15h en un plan de 8 semanas
a razón de 6 ó 7 días a la semana de entrenamiento que evidentemente su cuerpo
no soportó. No puedes pretender dar semejante mordisco al tiempo en tan
poco, valga la redundancia, tiempo. Él murió de prisa.
En el otro lado está una amiga
que corría diezmiles a tiempos aceptables de 55 minutos saliendo 2 veces por
semana. Decidió dar el salto natural de correr un medio maratón apuntándose con
una buena antelación de 8 semanas. El problema es que no varió su rutina,
siguió saliendo solo dos veces sin aumentar kilometraje, salvo la última semana
que quiso hacer todo el trabajo introduciendo una tirada de 12 km. Era
demasiado tarde, subestimó la distancia y el día de la carrera no fue capaz de
pasar del kilómetro 14. Ella murió de pasividad.
Somos muy dados a tirar el barco por la borda, a ir
a una velocidad que no podemos asumir y morimos de éxito. Este ajetreo no
difiere demasiado a quedarse sin tiempo por excesiva confianza en los
tiempos y las exigencias del presente. El vértigo resulta tan peligroso
como el inmovilismo.
Yo tenia la idea de correr el
maratón de Dublín el próximo 26 de octubre. Además con la idea de bajar de
3:19h, mi mejor marca en Bratislava este último marzo. Después de un verano en
el que no he tenido la dedicación y cuidado que se requiere, volví a principios
de septiembre a mi rutina de corredor y dije: "Javier, a quien pretendes
engañar", no estás para correr un maratón dentro de 7 semanas y menos para
bajar de 3:19h. Podría haberme impuesto un vertiginoso plan de mínimo 5 ó
6 días a la semana con un kilometraje de 80-100 a la semana, pero siendo
honestos estoy seguro que hubiera muerto de prisas.
Voy a correr o Florencia el 29 de
noviembre o Málaga el 6 de diciembre, esta semana lo decidiré. En mi hoja de
ruta está correr en Madrid, Bilbao y Perú en noviembre, pero eso ya lo contaré
en el próximo post.
Cuando insto a la reflexión, me
refiero a que si eres un corredor más o menos habituado te plantees si el
entrenamiento que estás llevando a cabo te acerca a ese lugar en el que quieres
estar y dispones del tiempo necesario.
Haruki Murakami, mi escritor de cabecera, es tachado muchas veces, yo el primero, de no saber cerrar los finales de sus libros. El otro dia, hablando del tema, me lo rebatieron diciendo que un final es un instante muy muy corto, pero que el camino ha sido tan largo y ameno que hace que el final pierda importancia.
Disfrutemos leyendo tranquilamente, corriendo con tiempo; leyendo más si el capítulo es interesante, corriendo más si la carrera lo requiere. Nos convenza el final del libro o no, habremos disfrutado; culminaremos con éxito o no nuestra carrera, pero tendremos la tranquilidad del trabajo bien hecho y el disfrute de los kilómetros recorridos.
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